Aquí me derrumbé

Aquí me derrumbé

Aquí me derrumbé.

Recuerdo un repentino viaje a casa de mis padres cuando aún no había cumplido los 30. Era un día de niebla cerrada en invierno.

Di un paseo hasta la playa cuando ya el sol se había puesto y allí mismo (aquí) rompí a llorar. No podía ni quería reprimir mi llanto.

Nunca supe el motivo, pero cuando volvía a casa secándome las lágrimas me sentí libre de una carga que no sabía que llevaba a cuestas desde hacía mucho tiempo.

Desde entonces he revisitado esa escena mil veces en mi cabeza cuando necesitaba recuperar la calma o sentirme en paz.

Hace unos días regresé paseando hasta aquí con la esperanza de sentirme más ligero, pero sólo volví con la certeza de que lo que buscaba ya no puedo encontrarlo en ningún lugar más que en mis recuerdos.

Quizás no quisiera buscar un sitio, sino la sensación al volver a casa de que aún no he cumplido los 30 y me quedan tiempo y energías para no cometer los mismos errores durante los siguientes años.


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