En abril de 2017, cansado de encontrarme con cláusulas abusivas, peticiones ridículas y exigencias que rozan en lo delictivo, decidí redactar un artículo en el blog del Colectivo Miga sobre los concursos. Tomé una buena cantidad de bases de concursos públicos y los reuní en un documento para mezclarlos y conseguir una especie de “Manual para el Imperfecto Concurso”.
La sorpresa saltó cuando terminé de redactarlo y resultó que del texto original tan sólo tuve que cambiar un 15%. No os voy a ocultar que me lo pasé genial redactando estas bases, pero cuando te das cuenta de que hace falta tan poco para que un concurso real parezca un chiste, te hierve la puta sangre.
A la vista de los resultados, no es complicado darse cuenta de cuáles son los engranajes que giran para que siempre terminemos viendo la típica noticia de un cartel infumable parta unas fiestas locales fruto de un concurso de mierda pagado con dinero público y que va a parar (casualmente) a manos de un conocido del alcalde.
Pensaréis que esta manera de actuar es exclusiva de los organismos públicos, pero nada más lejos de la realidad. En la empresa privada es aún peor si cabe. Lo que suele pasar es que ven una buena cantidad de propuestas, luego contactan con los que ofrecen el presupuesto más barato y les piden que reciclen las ideas que más les han gustado. Como veréis, una delicia.
No voy a deciros que todos los concursos sean una mierda. Son un buen recurso para hacerse un portfolio si eres un diseñador/ilustrador/publicista o para acceder a ciertos trabajos y clientes que no te puedes permitir llamando a puerta fría. Pero también os voy a decir que posiblemente sea el recurso más abusivo si eres el convocante. Sólo pagas por lo que quieres y tienes a un montón de gente currando para ti sin tener que darles ni si quiera las gracias.
Si eres una empresa, asociación u organismo público, piénsatelo dos veces. Lo que puede parecerte lo más justo y rentable, puede que sea lo más jodido para los concursantes.
Viendo cómo estaba el panorama, salió un texto bastante majo sobre el tema. Lo pensaba titular el artículo con el nombre del concurso, pero temía que nos llegaran preguntas sobre si era realidad o (peor aún) algún concursante intentando hacerse con el premio. Finalmente lo titulé «Los concursos de mierda crecen como setas», y así nos cubríamos las espaldas.
Podéis leer el artículo completo en este enlace y ver otros en la misma línea en el blog de Colectivo Miga .
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